Marcela le contaba a
Cristina este cuento en Brea de Tajo:
"Había una vez una familia compuesta por el padre, que era labrador, la madre y siete hijos entre niños y niñas.
Un día que iban a comer al ver que no quedaba vino en la jarra dijo el padre a la hija mayor:
-Coge la jarra y baja a la cueva a por vino para servirlo en la comida.
La hija cogió la jarra y bajó a la cueva pero nada mas abrir la puerta
vio una cabra enorme con los pelos del lomo erizados que le dijo:
- Yo soy la cabra de los montes Carrascales que se comió cien capitales y tambien te comere a ti.
Abrió la boca y de un bocado se tragó a la chica. Como tardaba en subir dijo el padre al hijo mediano:
- Baja a la cueva y dile a tu hermana, que se habrá entretenido con
una musaraña, que el vino es para hoy y la estamos esperando para
comer.
Bajó el segundo hijo a la cueva y nada más abrir la puerta le vio a la cabra que le dijo:
-Yo soy la cabra de los montes Carrascales que se comió cien capitales, a tu hermana y tambien te comeré a ti.
Abrió la boca y entero se lo tragó. Como tardaban los dos chicos el padre mandó al tercero.
-Baja a la cueva y les dices a tus hermanos, que seguramente están
hablando de cualquier tontería y no se acuerdan que el vino es para
comer, que como tenga yo que bajar se van a enterar.
El
tercero de los hijos fue a la cueva como le mandó su padre y al abrir la
puerta, la cabra, al igual que a sus hermanos, le dijo:
-Yo soy la cabra de los montes Carrascales que se comió cien capitales, a tus dos hermanos y también te comeré a ti.
Y también se lo comió.
Así uno tras otro el padre fue mandando a todos sus hijos a la cueva a
por el vino y uno a uno se los fue comiendo la cabra .
Como ya no le quedaban hijos que mandar a por el vino muy enfadado
porque no subian bajó él a la cueva y también al abrir la puerta la
cabra le dijo:
-Yo soy la cabra de los montes Carrascales que se comió cien capitales, a todos tus hijos y también te comeré a ti.
El padre más rápido que los hijos cerró la puerta y la cabra no se lo pudo comer.
Cuando subió a la casa le contó a su mujer por qué no subían los chicos
con el vino y fue a buscar la escopeta para matar a la cabra pero su
mujer llorando le dijo:
-No puedes disparar a la cabra porque matarás a nuestros hijos que los tiene dentro de la tripa.
Estaban los dos llorando amargamente cuando vieron pasar una hormiga
que al verlos llorar con tal desconsuelo les preguntó.
-¿Por qué llorais tan desconsoladamente?
-Porque
tenemos en la cueva a la cabra de los montes Carrascales que se comió cien capitales, a nuestros hijos, y también nos quiere comer a nosotros y
no sabemos cómo matarla sin que mueran nuestro hijos también.
Dijo la hormiga:
-Si es por eso no os preocupéis. Yo lo
solucionaré fácilmente, me subiré por la pata hasta llegar a su culo y
allí bailando, bailando la haré rabiar.
Así lo hizo la homiga,
se puso a bailar en el culo de la cabra produciéndola tal picor que la
cabra estaba que rabiaba por no poder rascarse con ninguna pata, de tal
manera que reventó de rabia saliendo los hijos del labrador felices y
contentos.
¡Qué alegría tenían todos cantando y bailando alrededoar de la hormiga!
El padre en agradecimiento le dijo a la homiga que pidiera lo que
quisiera que se lo pagaría por el favor tan grande recibido al salvar a
sus hijos. La homiga no quería nada pero el padre la quiso obsequiar con
diez fanegas de trigo a lo que la hormiga avergonzada le dijo:
-¡Ay! no, no. Mi molinito no muele tanto, mi costalito no cabe tanto.
Entonces el labrador le ofreció una fanega y la hormiga volvió a repetir.
-No, no. Mi molinito no muele tanto, mi costalito no cabe tanto.
El labrador le fue ofreciendo cada vez una medida menor, media
fanega, una cuartlla, un celemín... y la hormiga siempre decia lo mismo:
- No, no. Mi molinito no muele tanto, mi costalito no cabe tanto.
Asi fueron
bajando bajando hasta que el labrador le ofreció un solo grano de trigo y esta
vez la hormiga aceptó el pago del labrador, cargó con el grano de trigo y
se fue con él tan contenta a su homiguero dejando al labrador y a su
familia que desde entonces fueron felices y comieron perdices con el vino
que subían de la cueva en la que ya no estaba la cabra de los montes
Carrascales."