Carmen, de Brea
de Tajo, nos canta tres romances que ella oía cantar a su madre y abuela y cree
que lo compraron a un ciego que venía pidiendo y cantando los romances desde
Illana (Guadalajara).
Te quiero, me decía el embustero
Te juroque mi amor es noble y puro
Vidita cuando acabe de
estudiar
Te lo juro por mi madre
que nos vamos a casar
Te lo juro por mi madre
que nos vamos a casar
Tanto querer me fingía,
tan buena fe demostraba
Que a su pasión cedí un
día sin pensar que me engañaba
Y mirando a la vidriera y
esperaba a que saliera por la noche de coser
Y al volver al nuevo día
él a la clase volvía y yo volvía al taller
Y así pasaron los días y
así pasaron los años
Sin que nuestras alegrías
sufrieran los desengaños
Terminó al fín su carrera
y a arreglar fue los papeles
Y a la aldea en que nació
y al marcharse dijo:
espera
Y esperando que te espera
pero nunca más volvió
Un día en que mi cuerpo
vencía, vagando mi perdición pregonando
De pronto paró un hombre
junto a mi
Y al mirarle cara a cara
yo no sé ni qué sentí
Y al mirarle cara a cara
yo no sé ni qué sentí
Aquel hombre era el
ingrato que mi virtud robó un día
Y que olvidó al poco rato
lo que a mí me prometía
De él me puse por delante
y con rabia jaleante [jadeante]
Le conté mi mal vivir
Y él con orgullo necio,
mirándome con desprecio
Me escuchó y se echó a
reír
Y yo de mi no fui dueña
quise vengar mi desdecho [despecho]
Y una hoja albaceteña se
la sepulté en el pecho
Y al verle tendido en
tierra, herido y agonizante le cogí con gran sufrir
Le recogí en mi regazo y
su cuerpo casi frío le besé llena de amor