Sagrario Martinez Arroyo, de Moratilla de los Meleros (Guadalajara)
[El texto no está transcrito, lo envió Sagrario escrito por ella]
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Y colorín colorete este cuento
se fue a Escopete y de Escopete al Pozo, para que no se lo aprenda ningún
mocoso...
Érase una vez un matrimonio
que no tenía hijos.
El marido era pastor, se iba al
campo por la mañana temprano con las ovejas y volvía al caer la tarde.
La mujer se ocupaba de las cosas de
la casa.
Cuando llegaba el marido, por la
noche, siempre venía con mucha hambre.
Su mujer le preparaba la cena, pero
ella nunca cenaba, porque decía que no tenía hambre.
Todos los días igual, y el pastor
estaba un poco preocupado y mosqueado, porque nunca veía comer a su mujer, y
ella estaba cada día más gorda. No se lo podía explicar.
Un día se levanto temprano y
pensando en que algo raro ocurría, decidió esconderse para averiguar qué estaba
pasando.
En vez de ir al campo, se escondió
detrás de la alacena, desde allí se enteraría de todo.
La mujer se levanto y dijo:
“¡Qué hambre tengo! pero ¡qué
hambre tengo!
¿Qué me comería yo? ¿Qué me comería
yo?
Ya lo sé, me voy a preparar un
chocolatito espesito, espesito”.
Y así lo hizo se preparo un chocolate bien
espesito y se lo comió.
Siguió haciendo las tareas de la
casa. Pero a media mañana, volvió a decir:
“¡Parece que tengo hambre otra vez!
¿Qué me comería yo, qué me comería
yo?
Ya lo sé, me voy a preparar una
tortilla de seis huevos”.
Se preparo una tortilla, reciencita, reciencita
y se la comió.
Siguió con las faenas de la casa y
al llegar el mediodía dijo:
“¡Uy! ¡Parece que tengo hambre otra
vez!
¿Qué me comería yo, qué me comería
yo?
Ya lo sé, saldré al corral y cogeré
un pollo y me lo asaré”.
Así lo hizo, aso el pollo y se lo comió ella
sola entero.
Al llegar la noche, su marido la
pregunto que cómo había pasado el día. Ella le contestó que muy aburrida, que
no había hecho gran cosa. Ya le tenía la cena preparada, pero ella no iba a
cenar porque no tenía hambre.
La mujer le pregunto a su marido
que qué tal le había ido el día y el hombre le contesto:
“Esta mañana cuando me fui
temprano, había una nieblecita, tan espesita, tan espesita, como el chocolate
que te has desayunado; y si no me arrimo a una pared tan reciencita, tan reciencita
como la tortilla que te has almorzado, estoy más muerto que el pollo que te has
comido...”
No hay comentarios:
Publicar un comentario