martes, 12 de febrero de 2013

Periquillo el de las Malas

Mercedes nos cuenta este cuento que le contaba a ella su tío, de Los Alares (Toledo). En el vídeo podéis escuchar el cuento tal como lo cuenta Mercedes y en el texto podéis leer una versión con algunos pequeños añadidos por Pep [entre corchetes los añadidos].


"Pues era un niño muy espabilado que desde muy tempranillo quería irse de casa porque quería buscarse fortuna y allí en el pueblo no hacía nada. Entonces el padre estaba diciéndole "pero Periquillo tranquilízate hombre, que todavía te queda tiempo" [pero él insistía] "que yo me quiero ir que yo me quiero ir..." Tan pesado se puso que dijo el padre "vale, te vas a ir" se cogió el hatillo [y el padre, antes de que se marchara, le dijo] "pero tienes que tener cuidado con tres cosas: el canto rollizo (que es el canto de río, el canto rodao), el perro rabón y el hombre rojo (el hombre rojo... me lo contaba mi tío, ahí hay algo pues él era del lado de derechas).
Entonces Periquillo dijo "pues venga, voy para allá". Con su hatillo, marchó por el monte, y se encuentra un río, y se acuerda de lo del canto rollizo. Ve la piedra y dice "pues ésta la salto", coge carrerilla y ¡pim! [y llega] al otro lado del río. Perfecto, ni se cayó, ni se salpicó ni nada y dice "pues esto no es tan difícil".
Continúa Periquillo y según cruza el río oye venir a un perro con rabia, que a eso lo llamaban perros rabones, a los que tenía rabia. Periquillo que le ve venir, según le ve venir coge un palo que encuentra al lado y ¡pam! en todo el morro, [y] el perro, desapareció.
Sigue su camino y se encuentra a un señor [que era el hombre rojo pues iba vestido todo de rojo], y claro, Periquillo llevaba tiempo caminando y dijo "pues aquí hay que buscarse la vida para sacar dinerillo y haber qué sucede". Total que Periquillo se va hacia el señor y le dice el señor "¿quieres trabajar aquí?" y dijo Periquillo "pues mira, sí, venía en busca de fortuna y eres con el primero que me he encontrado y vengo a trabajar aquí". [Y el hombre le dice] "pues no hay ningún problema porque aquí tenemos campo y trabajo para aburrir". Y dijo Periquillo "pues yo estoy predispuesto no, aquí me tienes con toda mi alma". Se pone a trabajar y [el hombre rojo] dice "una cosa Periquillo te voy a decir, si te enfadas no te pago, con todo lo que hagamos y con todo lo que curremos. Si tú te pones a currar y te enfadas por cualquier cosa yo no te pago, pero, si por el contrario, me enfado yo, te doy el jornal de un año". Y dijo Periquillo "bueno, me parece bien, ¿por qué me voy a enfadar?"
[Al día siguiente comienza a trabajar y el hombre de rojo le dice] "tienes que llevar Periquillo estos sacos a aquella zona de allí durante todo el día". Mira Periquillo a los sacos y por lo menos había quinientos sacos. Y dice Periquillo "vale vale, voy pa'allá". Saco pa'allá, saco pa'cá, pim pim pim todo el día, todo el día... Periquillo estaba ya [muy cansado pero se dice] "bueno, no pasa na". Y le dice el hombre de rojo "¿Qué tal Periquillo, va bien?" [y él responde] "va bien, va bien".
Al día siguiente [el hombre de rojo le dice] "¿ves estos campos? -no le alcanzaba la vista para ver todo el campo- tienes que labrarte todo estos campos y no tenemos tractor, Periquillo, a mano, lábrate hasta donde te llega la vista". [Y dice Periquillo] "pero señor es que no me va a dar tiempo" [y el hombre de rojo le pregunta] "¿te enfadas Periquillo?" [y Periquillo responde] "no, pero no me gusta, eh, no me gusta." Y dice Periquillo "verás, voy a labrarlo pero voy a hacerlo mal". Y pim pim pim el Periquillo se puso y claro, terminó [en un momento], fue con la azada, se dio un paseo [haciendo unos agujeros por aquí, otros por allí, pero sin cansarse mucho, hasta que] dijo "ya está". Y [el hombre de rojo] dijo "¿cómo que ya está?, ¿cómo es posible? Voy a verlo". Se asoma el hombre y dice "Periquillo, esto no es lo que te he dicho yo", "¿se enfada señor?", "no, pero no me gusta nada, eh, nada me gusta".
[Al día siguiente el hombre de rojo le dice] "pues ahora me lo siembras", y dice Periquillo "vale". Cogió [Periquillo la azada], hizo un surco de aquí hasta allí, cogió la simiente [y la echó toda junta en el surco] (ya sabéis que hay que hacerlo con mimo), cogió el saco y venga la simente pa'cá, la simente pa'llá... [hasta que vacía el saco en un momento y dice] "¡ya señor!" [y él responde] "¿pero cómo es posible, Periquillo?" [mira al campo, mira al muchacho y dice] "¡Periquillo no me gusta lo que has hecho!, esto ya es imperdonable, ¡toda la simiente que tenía yo para sembrar este año...!", "¿se enfada señor?", "sí, me enfado", "pues págueme", "por supuesto, toma". Pues todo lo que había hecho en cuatro días... y el jornal de un año que se lo lleva.
Y dice Periquillo "he triunfao, yo creo que ya [me puedo ir] y seguir la vida" y se encuentra con un gigante (esto era ya como la última prueba). El gigante le mira a Periquillo y le dice "bueno qué -después de una charla- ¿curramos juntos?, ¿trabajamos juntos?", "pues vamos a trabajar juntos". Para Periquillo esto era como el último reto y se dijo "pues vamos a currar con el gigante".
Se ponen a currar, mano a mano, y el gigante dice "vamos a por leña para hacer fuego para casa", "¡muy bien!". Coge el gigante una encina [la arranca y] ¡pumba!, se la carga al hombro; y según caían las ramicas, Periquillo recogía todas las ramitas y se las cargó el Periquillo. [Éste iba] que no podía con el alma y el gigante que le mira y se dice "este no me aguanta dos días, el pobre hombre, está de lao". [Periquillo mientras tanto con la carga empieza a jadear/gemir] y le dice el gigante "¿Periquillo, gimes?" y le mira el Periquillo y dice "es que en mi pueblo el que no gime, no es un hombre". El gigante [que lo oye se pone a jadear] (el gigante no era muy listo, la verdad) y se decía "jodó con el Periquillo, al final este..."
Al siguiente día [el gigante] se pone a coger encinas y dice Periquillo "yo tengo que hacer algo aquí porque como nos pongamos a coger encinas es que [me va a descubrir]". Se pone a atar encinas así con una soga, como quince encinas, se pone así con la cuerda, mira al gigante y éste le dice "¡Periquillo a comer!", "espera, espera", "Periquillo que hay que comer, venga bájate", "espera que voy a tirar...", "Deja ya esas encinas hombre, ya las sacaras todas de [un solo golpe] en otra ocasión". El gigante se decía [asustado] "madre mía que me va a sacar quince encinas de golpe... ¡Vámonos a comer, Periquillo, vámonos a comer". Periquillo dice "me he salvao, otra prueba más que [he pasado]".
El gigante ya mosqueao diciendo "no puede ser que este tío tenga tanta fuerza... venga, vamos a hacer otra apuesta" y dice el gigante "Periquillo, te hago una apuesta, porque esto no es normal, no puede ser que tengas tanta fuerza. Te hago una apuesta: ya aquí tengo una barra de hierro, voy a lanzar la barra de hierro, si tú lanzas la barra de hierro más lejos que yo pues de ti se hablará por los rincones de la tierra, porque últimamente me estás dejando sorprendido Periquillo, y te puedes buscar la vida tranquilamente." Cogió la barra el gigante y ¡ffffiiiiiuuuuuu! ¡madre mía!, la barra ni se la veía. Y se dice Periquillo "a ver cómo narices hago yo esto". "Venga Periquillo, coge la barra." Coge la barra, que apenas podía con la barra y le dice [el gigante] "¡qué!, Periquillo, vamos, ¡lánzala!" Y dice Periquillo [mientras toma impulso con la barra] "barra barra, irás a Francia, y te clavarás en la barriga de una mujer que tiene mucha panza." Dice [el gigante] "¡NO! Periquillo, no, que es mi abuela, no la lances, no la lances. Barra no, déjala, deja la barra", y sigue el gigante "ya la última, ya la última y sigues tu recorrido: vamos a coger una piedra y vamos a intentar lanzarla lo más lejos que podamos" (una piedra no podía hacer mucho daño a la abuela si la daba). Coge la piedra el gigante y ¡ffffiiiiuuuu!, si la barra se perdió la piedra ni te digo, ni se veía. Entonces Periquillo coge de un nido un mochuelo (los mochuelos son pajarillos negros), se lo mete al bolsillo [y cuando el gigante dice] "te toca Periquillo", coge Periquillo [el pájaro del bolsillo, lo lanza y] ¡¡ffffiiiiuuuuu!!, claro, el mochuelo salió volando [hasta desaparecer de la vista]. El gigante dijo "Periquillo, me has ganao, estás preparado para el día a día, para la vida y para lo que haga falta". Total, que Periquillo siguió su camino buscando fortuna, dándose cuenta que había superado todas las pruebas y más de las que le habían aconsejado en su momento. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado."


Nota. Podéis encontrar una variante/arquetípica de este cuento en Cuentos al amor de la lumbre, de Antonio Rodríguez Almodóvar, en Anaya. Es el cuento nº 64 "Pedro el de Malas", dentro del grupo de cuentos de pícaros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario