lunes, 18 de febrero de 2013

Cuento de la mujer que nunca tenía hambre

Este cuento nos lo contaba mi abuela Soledad y mi madre Sagrario a mi y a mis hermanos.
Sagrario Martinez Arroyo, de Moratilla de los Meleros (Guadalajara)


[El texto no está transcrito, lo envió Sagrario escrito por ella]

Érase una vez un matrimonio que no tenía hijos.
El marido era pastor, se iba al campo por la mañana temprano con las ovejas y volvía al caer la tarde.
La mujer se ocupaba de las cosas de la casa.
Cuando llegaba el marido, por la noche, siempre venía con mucha hambre.
Su mujer le preparaba la cena, pero ella nunca cenaba, porque decía que no tenía hambre.
Todos los días igual, y el pastor estaba un poco preocupado y mosqueado, porque nunca veía comer a su mujer, y ella estaba cada día más gorda. No se lo podía explicar.
Un día se levanto temprano y pensando en que algo raro ocurría, decidió esconderse para averiguar qué estaba pasando.
En vez de ir al campo, se escondió detrás de la alacena, desde allí se enteraría de todo.
La mujer se levanto y dijo:
“¡Qué hambre tengo! pero ¡qué hambre tengo!
¿Qué me comería yo? ¿Qué me comería yo?
Ya lo sé, me voy a preparar un chocolatito espesito, espesito”.
 Y así lo hizo se preparo un chocolate bien espesito y se lo comió.
Siguió haciendo las tareas de la casa. Pero a media mañana, volvió a decir:
“¡Parece que tengo hambre otra vez!
¿Qué me comería yo, qué me comería yo?
Ya lo sé, me voy a preparar una tortilla de seis huevos”.
 Se preparo una tortilla, reciencita, reciencita y se la comió.
Siguió con las faenas de la casa y al llegar el mediodía dijo:
“¡Uy! ¡Parece que tengo hambre otra vez!
¿Qué me comería yo, qué me comería yo?
Ya lo sé, saldré al corral y cogeré un pollo y me lo asaré”.
 Así lo hizo, aso el pollo y se lo comió ella sola entero.
Al llegar la noche, su marido la pregunto que cómo había pasado el día. Ella le contestó que muy aburrida, que no había hecho gran cosa. Ya le tenía la cena preparada, pero ella no iba a cenar porque no tenía hambre.
La mujer  le pregunto a su marido que qué tal le había ido el día y el hombre le contesto:
“Esta mañana cuando me fui temprano, había una nieblecita, tan espesita, tan espesita, como el chocolate que te has desayunado; y si no me arrimo a una pared tan reciencita, tan reciencita como la tortilla que te has almorzado, estoy más muerto que el pollo que te has comido...”

Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Y colorín colorete este cuento se fue a Escopete y de Escopete al Pozo, para que no se lo aprenda ningún mocoso...

No hay comentarios:

Publicar un comentario