martes, 19 de febrero de 2013

¡Canta, zurrón, canta!

De este cuento tradicional nos hemos encontrado en el taller con tres versiones distintas y todas muy interesantes. Os transcribimos la versión más larga, la de Oti, y luego las otras variantes.


"[Había una vez] una niña a la que su madre le había comprado unos zapatitos de charol, muy bonitos, muy brillantes. Y entonces por la mañana cogió y se puso los zapatitos, y su madre le dijo "oye, tienes que ir a buscar agua a la fuente, pero no vayas con esos zapatos que se te van a manchar", y dice "ay no no, mamá, yo tengo que ir con estos zapatitos negros de charol, no te preocupes que no me los mancharé". Bueno, la niña se puso sus zapatitos negros de charol y se fue a la fuente. Y cuando llegó a la fuente, para coger el agua, cogió los zapatos y se los dejó en una piedrecita que había allí. Entonces, cuando terminó de coger el agua se fue para su casa y se le olvidaron los zapatos. Cuando llegó a casa y se dio cuenta de que no llevaba zapatos se volvió a la fuente, pero resulta que había un viejo allí con un zurrón, [el viejo] había visto los zapatos y los había metido en el zurrón. Entonces cuando llegó la niña empezó a llorar y a llorar, y le dice "¿qué te pasa, niña?" y le dice "que he perdido mis zapatos negros de charol, que los había estrenado, me los ha comprado mi mamá". Dice "no te preocupes que yo seguro que sé dónde están", abre el zurrón y dice "¡mira, mira!, mira en el fondo de este zurrón". Y entonces, en ese momento en el que la niña se asomó, ¡raca!, la metió en el zurrón, la ató fuerte [y se dio cuenta que] con la niña dentro del zurrón, haciendo como que éste cantaba, podía sacar dinero. Y entonces se fue por las plazas de los pueblos y cuando llegaba a la plaza le decía a la niña "yo, cuando te diga, tú cantas". Y entonces llegaba a la plaza, cogía un palo y decía "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y entonces la niña empezaba:
"en un zurrón voy metida,
en un zurrón moriré,
por culpa de unos zapatos
que en la fuente me dejé."
Cuando terminaba el espectáculo le daban mucho dinero, y luego se iba a otro pueblo y lo mismo: llegaba a la plaza, ponía el zurrón en medio de la plaza [y anunciaba a grandes voces] "¡el zurrón encantado, el zurrón encantado!", entonces cogía el palo y decía "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y entonces empezaba la niña:
"en un zurrón voy metida,
en un zurrón moriré, 
por culpa de unos zapatos
que en la fuente me dejé."
Claro, la gente se pensaba que el saco estaba encantado y ¡venga dinero, venga dinero!, [el hombre fue con el zurrón] por muchos pueblos y ya había ganado muchísimo dinero y era muy rico [pero seguía yendo de un pueblo a otro] y se le olvidó y en uno de esos recorridos volvió al pueblo donde había encontrado y cogido a la niña. Entonces estaba en la plaza e hizo el mismo espectáculo "¡el zurrón encantado!, señoras y señores, ¡el zurrón encantado!", entonces cogía el palo y decía "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y entonces empezaba la niña:
"en un zurrón voy metida,
en un zurrón moriré, 
por culpa de unos zapatos
que en la fuente me dejé."
Así una y otra y otra vez pero [como] estaba en el pueblo [de la niña] una señora que tenía una posada reconoció la voz de la niña y dijo "uy, yo juraría que esa es la voz de la niña que desapareció en la fuente... bueno, me voy a acercar al señor encantador del zurrón". Dice "¡oiga!, mire, como me ha gustado tanto el espectáculo le invito a que pase la noche en mi casa y a que cene usted y le daré vino y de todo". Total que el hombre, como estaba cansado se fue allí a comer y a dormir y la señora de la posada le dio vino y venga vino y venga vino... hasta que ya cogió una cogorza que claro, se fue a dormir y [se olvidó] del zurrón allí [en el comedor]. Entonces la señora aprovechó, desató el zurrón y, efectivamente, descubrió que era la niña. Cogió a la niña, le puso los zapatos, y la llevó a su casa. Y en el saco metió pues, de todo lo peor: bichos desagradables, serpientes, salamandras... con todos los bichos repugnantes llenó el saco.
A la mañana siguiente el señor se levantó con un dolor de cabeza, fatal, pero bueno, como era tan ambicioso se dijo: "yo tengo que coger el saco, e irme por los pueblos otra vez..." [así que cogió el zurrón, se marchó de aquel lugar y fue hasta otro pueblo]. Entonces cuando llegó a otro pueblo puso el zurrón en medio de la plaza y empezó "¡bueno, señoras y señores!, ¡el zurrón encantado!, ¡vengan y vean el zurrón encantado!", y entonces cogió el palo y empezó "¡canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!", y el zurrón que no cantaba. "¡Canta, zurrón, canta!, que si no ¡te doy con la palanca!" y nada, el zurrón que seguía sin cantar. Y ya por último "¡¡canta, zurrón, canta!!, que si no ¡¡te doy con la palanca!!" y ya no se conformó con decirlo sino que pegó al zurrón, el zurrón se rompió y empezaron a salir todas las fieras, le engancharon de la nariz, le mordieron en la boca, en las piernas... bueno, le dejaron hecho un cristo y se tuvo que marchar de esos pueblos, y la niña vivió feliz con su mamá. Y colorín colorado, este cuento, se ha acabado".

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Ahora Mercedes nos cuenta las diferencias que hay con respecto a la versión que le contaba su tío.


"El cuento es muy parecido lo que pasa es que a la niña le regalan un anillito de oro [en vez de unos zapatos]. Entonces la historia es que le dicen "no te lleves el anillo de oro a jugar a la calle" y la niña no hace caso, lógicamente, y se va con su anillito de oro a la calle a coger moras y se dijo "para no perderlo, lo dejo colgado en una rama de un moral". Entonces le pasa igual: llega la noche, se tiene que marchar, se va corriendo y se da cuenta de que se ha olvidado el anillo. Vuelve a por el anillo, y el anillo no está. [Pero quien sí está es] el hombre del zurrón. Lo mismo, llora desconsolada y le dice pasa pasa a ver si está [el anillo en el zurrón, y cuando la niña se asoma el hombre] ¡cierra el saco! Entonces igual, el hombre va con el saco, con el zurrón, pero éste le dice: "¡canta, perrita, canta! que si no ¡te doy con la palanca!", y la niña cantaba la canción:
"Por un anillito de oro,
que en el moral me dejé,
por mi padre y por mi madre,
en el zurrón moriré."
Y así, pueblo tras pueblo, pueblo tras pueblo, hasta que llega, olvidándose de que [allí había raptado a la niña], al mismo pueblo. Y oyen la canción. Y la oye su madre. Entonces su madre dice "ay mi niña, mi niña que ha vuelto", y va corriendo y le dice "mire buen hombre, que me imagino que estará usted muy cansado y que tendrá ganas de descansar y yo le ofrezco una casa, o si quiere ir a por tabaco, no se preocupe que yo le guardo aquí el saco". Y el hombre dice "pero ni se le ocurra abrir el saco" [y la madre responde] "no, no, no, ¡yo qué voy a abrir el saco!, usted déjeme aquí las cosas y estése tranquilo". En cuanto sale el hombre, que se va a comprar tabaco, la madre abre el saco y allí estaba su niña, la abraza con locura y mete todas las alimañas. El hombre regresa, coge su saco "muchas gracias señora", se marcha [a otro pueblo y cuando llega dice] "¡canta, perrita, canta! que si no ¡te doy con la palanca!", pero no se oía nada, "¡canta, perrita, canta! que si no ¡te doy con la palanca!" [y como sigue sin cantar el zurrón] empieza a dar palos como un loco y dice "uy dios mío que me he cargado ahora a la niña, ¿qué hago, qué hago?", cogió el saco, lo tiró a un río, ahí se abrió el saco y salieron las serpientes, los sapos... y el hombre desapareció porque pensaba que había cometido un crimen y no se volvió a saber nunca más de él. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado."

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En Brea de Tajo la versión del cuento ocurre con un rosarito de oro, aunque la estructura del cuento es parecida a la que cuenta Oti, cambia coplilla que cantaba el zurrón, que era:


"Por un rosarito de oro
que el zarzal me dejé
En un zurrón me metieron
Y él moriré, moriré, moriré."


Puedes encontrar una versión arquetípica de este cuento en el libro de Antonio Rodríguez Almodóvar, Cuentos al amor de la lumbre, vol. II, ed. Anaya, cuento nº 62, "El zurrón que cantaba".

3 comentarios:

  1. Enhorabuena por el blog y por las versiones que presentáis. Son estupendas, sobre todo, por la cancioncilla que cantan las narradoras.

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  2. Soy Asturiana, tengo 50 años y conozco el cuento desde que tengo uso de razón. Me lo contaba mi madre muy a menudo y a ella se lo contaba la suya.
    Yo conozco otra variante tanto en el dicho del hombre: "canta gogogorito canta que sino te corto la garganta", como en la copla: A los tres anillitos de oro
    que en la fuente los perdí
    que no lo sepa mi madre
    que sino me riñe a mí
    Felicidades por vuestro trabajo y gracias

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  3. Yo conozco una que es una mezcla de las 2 primeras, pasa exactamente lo mismo que en la primera pero con un anillo, y la cancion dice: "madre madre de las madres, en un saco moriré, por un anillo de oro, que en la fuente me encontré"

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